Arcón de los recuerdos de los integrantes de la Xa. promoción del Liceo Militar Gral San Martín

 

  el golpe del 28 de septiembre de 1951

  El 28 de septiembre de 1951 efectivos del Ejército, la Marina y la Aeronáutica al mando del general retirado Benjamín Menéndez intentaron derrocar al gobierno del presidente Juan Domingo Perón. En su breve proclama los rebeldes acusaban al gobierno de haber llevado la Nación a “una quiebra total de su crédito interno y externo, tanto en lo moral y espiritual como en lo material”. Las restricciones a las libertades cívicas y a la acción de los opositores, la reforma constitucional que permitía la reelección del Presidente, así como las medidas de politización de las fuerzas armadas parecen haber influido en los militares adherentes al movimiento.
 
  En la madrugada de ese día Menéndez y su estado mayor entraron a Campo de Mayo, una instalación militar de gran extensión, donde ya había unidades sublevadas. Se produjo en el regimiento de tanques un tiroteo que ocasionó el único muerto, el cabo Miguel Farina que había intentado oponerse. De los treinta tanques presentes, sólo pudieron movilizar a dos –probablemente por sabotaje de los suboficiales- y el resto fue abandonado, por lo que en definitiva la columna golpista partió al mando del general Menéndez con dos tanques Sherman, tres unidades blindadas y 200 efectivos a caballo.
 
  No obtuvo el apoyo esperado del Colegio Militar de la Nación y el destacamento mecanizado de La Tablada que también se había rebelado se rindió sin combatir ante tropas leales al gobierno por lo que Menéndez junto con algunos de sus oficiales se entregó detenido.
Hasta aquí la reseña histórica de esa sublevación, cuya fuente es https://www.wikiwand.com/es/Golpes_de_estado_en_Argentina
 
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  En lo que respecta al Liceo Militar Gral San Martín, donde nuestros compañeros cursaban el IV° año y tenían por lo tanto estado militar, su director, el entonces Cnel I Dalmiro Félix Videla Balaguer, enterado del golpe, alistó al Liceo en defensa del gobierno constituido y lo desplegó en la parte trasera del instituto, o sea sobre la ruta 8 (que une la Capital con Campo de Mayo), donde se inició una tensa espera de lo que pudiera pasar.
 
  Y en efecto, pasado el mediodía, un tanque de los sublevados, que se había rendido en Ruta 8 y Camino de Cintura, llegó al Liceo, con la consiguiente alarma para todos. Por la torreta asomaba el teniente Sarmiento (el "Tape" Sarmiento), - que era quien lo había recibido de los revolucionarios -, haciendo señas para ser reconocido por los cadetes a fin de que no le dispararan por error.
 
Todos los que estuvieron allí ese día guardan distintos recuerdos de lo que vivieron entonces. Y aquí vamos a ir publicando esos recuerdos. Hoy empezamos con el primero, brindado por nuestro compañero Carlos Saettone.
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el relato de carlos saettone

  El día 28 de setiembre de 1951, en el Liceo pasamos momentos de angustia que todos recordamos. Algunos la pasaron mal, pero otros tenemos recuerdos menos dramáticos.
 
   Ese día a los de mi grupo nos ubicaron cuerpo a tierra sobre la banquina de la ruta 8, pero el  teniente "Tape" Sarmiento, cuando nos vio, dijo con su voz enérgica: "¿Cómo los van a poner ahí?;  si vienen los tanques los van a pisar sin necesidad de disparar un solo tiro !!!"  y con muy buen  criterio, nos emplazó del otro lado del alambrado con ligustrina (entre el viejo polígono de tiro y la  puerta a la ruta), frente al policlínico que entonces estaba en construcción.
 
   Los obreros que estaban construyendo el hospital, eran subidos a camiones que iban con destino  a la Plaza de Mayo. Los puestos de empanadas, choripanes y naranjas se quedaron sin clientes y  por eso se nos acercaron y nos preguntaron si queríamos comerlas nosotros. Era pasado el  mediodía y ni visos del rancho. ¿Adivinen cuál fue nuestra respuesta?
 
   Haciendo gala de nuestra inconsciencia juvenil, nos abalanzamos sobre lo que nos tiraban a la  "marchanta", olvidando nuestra misión, acuciados por el hambre.
 
   Por suerte todo terminó bien.
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  N. del E.: Esta misma anécdota me fue contada por el desaparecido Augusto Alvarez ("Morcilla"), que por lo tanto perteneció al mismo grupo que Saettone.
 
  En conversación aparte, Saettone destacó la valentía de los cadetes becados extranjeros, que autorizados a retirarse, prefirieron quedarse con sus compañeros. 
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el relato de jorge kawaguchi.

  Esa mañana estábamos en las aulas, cuando nos ordenaron marchar a las compañías, y luego a armarnos. Retiramos nuestro armamento individual (el viejo Mauser y su sable bayoneta) y también los fusiles ametralladores Madsen, y recibimos munición de guerra. Pero recuerdo que no en cantidad suficiente como para llenar todas las cartucheras; por lo visto no había suficientes.

  De la arenga del Cnel Videla Balaguer, tengo un recuerdo muy borroso. Sólo que estaba llena de palabras como patriotismo, constitución y cosas así de encendidas. 

  Al principio con mi sección estuvimos ubicados en el mismo lugar que relató Saettone, es decir 
dentro del Liceo, en la alambrada que lindaba con el Hospital en construcción. Y como él 
recibimos con alegría los sandwiches y empanadas que nos tiraron los vendedores frustrados por la ausencia de sus clientes habituales.
 
  Pero más tarde mi sección debió marchar por la Ruta 8 hasta el cruce con el Camino de Cintura, a unos 2 km y medio del Liceo, donde fuimos apostados.
 
  Otros compañeros y yo estábamos detrás de un parapeto, a unos 20 o 30 mts del cruce mismo, con un Madsen. No teníamos la menor idea de lo que fuera a pasar. En el cruce había un puesto de ametralladora Colt servido por suboficiales. Esa era el arma más potente disponible. Ningún arma antitanque.
 
  Y en eso vimos aparecer por la ruta un tanque, seguido un poco más atrás por un segundo. Es imaginable nuestra aprensión (bueno, llamémosla así...) ... Pero por suerte estos dos tanques venían a rendirse ante el fracaso de la revolución. Recuerdo que un oficial o un suboficial, venía adelante con los brazos en alto en señal de rendición. Eso fue todo. Gran alivio!
 
  Pero lo peor estaba por venir. El oficial al mando de mi sección, creo recordar que era el Tte. Pajariño, nos hizo formar y regresar al Liceo CON FUSIL AL HOMBRO! Así que marchamos los 2 km y medio a paso redoblado y fusil al hombro, lo que provocó sordas maldiciones por lo bajo y que muchos citaran no muy cariñosamente a la familia del oficial.
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relato de alberto sforsini berrondo - "bautismo de..."

  La transformación de un día normal, en otro muy especial, ocurrió en breve lapso...

  Desde  la actividad intelectual de las aulas, pasamos a las corridas del “alistamiento” a vestirnos con uniforme de instrucción (combate) y concurrir a la sala de armas para tomar el armamento (fusil Máuser, correaje con cartucheras, sable-bayoneta, pala lineman y bolsa de víveres - con sus cubiertos y el plato y jarro de aluminio -...). Todo esto con el aditivo de recepción de munición 7.65, que por cuya cantidad y peso, paracería ahora, llevar y "soportar" una riñonera cargada con varios kilogramos de metal pesado como el plomo.

  A pesar de la seriedad y premura de esas actividades (creo recordar que solo participábamos los cadetes de 3ro. y 4to. año) todo parecía común a una simple práctica, no obstante observar también la seria y correlativa presencia de los Oficiales de cada Compañía y Sección que impartían órdenes. Se iniciaban así, comentarios variados entre nosotros (por lo bajo), y con gran  extrañeza...
 
  Ya con todos los “arneses” y pertrechos descriptos precedentemente, nos hicieron formar “en línea de 3” sobre la calle principal del Liceo (vía de marchas alegres o de caminatas no tanto, según se tratara de salir franco o de regresar del mismo) y luego de presentaciones  de norma a las distintas jefaturas (Jefes de Compañía, Jefe de Cuerpo) se llegó a la instancia superior, el Director del Liceo...
 
  Se trataba nada más, ni nada menos, del Coronel Don DALMIRO VIDELA BALAGUER, tan exigente y severo, cuanto digno y correcto.
 
  Qué ocurrirá ahora? nos preguntábamos interiormente...y fue cuando, luego de contestar fuertemente a viva voz “Buenos días mi Coronel...!!!! ” comenzó a tener respuesta nuestro interrogante...
 
  “Señores cadetes
...el día de gloria para ustedes, integrantes de este prestigioso Instituto Militar, ha llegado...” haciendo alusión al levantamiento de una fuerza en Campo de Mayo contra el Gobierno Nacional y a la que el Liceo, debía detener en su avance hacia la Capital Federal... (Sin dar muchas precisiones, mencionó blindados y creo que algo de aviación)...culminando su arenga con una expresión... “La Patria... nos llama y aunque sé que algunos vamos a caer, lo haremos con todo el valor y el honor que la historia nos está reclamando...!!! ”. Palabras más, palabras menos... qué noticia...qué exhortación...qué orden...!!! ...potenciada luego con “Subordinación y valor...!!!” y nuestra ensordecedora contestación: “Para defender la Patria...!!!”
 
  Serían aproximadamente las 1000 de la mañana cuando nos trasladamos en formación hasta el campo de instrucción (hoy   lugar cercano a la “Plaza de Armas”) y nos distribuyeron a ambos lados de la Ruta 8, donde tuvimos que tomar posición y cavar nuestros pozos de zorro, formando un frente defensivo hacia Campo de Mayo...por donde avanzarían los sediciosos...
Como anécdota personal, a pesar de la incertidumbre de la situación, no estuve muy interesado o convencido, de la tarea de fortificación, tanto es así, que recibí una observación de mi Jefe de Pelotón al advertir la profundidad de mi pozo, que no era lo suficientemente adecuado para mi protección... cuando me dijo: “cadete...no tan calvo que se le vean los sesos”... Cumpliendo la orden  continué y finalicé mi tarea...
 
  Ya había llegado el mediodía. Mientras tanto, los informes de la situación, no se hacían sentir, salvo que pasarían unos tanques y que la aviación estaría haciendo su reconocimiento y exploración de la zona...(de la aviación, sólo recuerdo el sobrevuelo de un pequeño avión, que nos sobrevoló un par de veces y que podría haber sido de un aeropuerto civil de la zona, en práctica de vuelo.)
Luego nos fue distribuido el
 rancho y comimos como en campaña pero en forma atenta y vigilante...
Por fin llegó el momento...!!! se escucharon rugidos de pesados motores...Sería “el enemigo”...? Efectivamente...eran 2 tanques, pero antes de su avistamiento, recibimos la orden de mantenernos en nuestros puestos, sin ninguna actitud  bélica, pues los blindados, no venían a atacarnos... 
 
  Posteriormente recibimos una escueta explicación de lo ocurrido y una felicitación por la actitud demostrada y se dio por finalizado nuestro... 
 
  ...“Bautismo de Guerra”...(casi...“pasando a la historia”....(¿?) ...!!!) 
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relato de carlos gavaldá.

  Dado que Kawaguchi, Saettone y Sforsini hicieron un relato objetivamente muy correcto de lo sucedido en el Liceo el 28 de setiembre de 1951, a mí me quedó muy poco por agregar. Pero no obstante tengo algunas anécdotas e impresiones inéditas,
 
  Una impresión es que ese día aprendí a ver oficiales con miedo. Uno, en particular, con terrible miedo.
 
  Otra es que, contrariamente, pude ver oficiales absolutamente profesionales, que estaban en la cosa.

  Una anécdota es que Bagnati nos pasó revista de matrículas mientras íbamos al campo a combatir al enemigo... Ocurrió que en la formación mientras marchábamos hacia el campito, alguien comentó “Éste nos va a pasar revista de matrículas”. Se ve que lo oyó y ordenó: ¡Alto! ¡Revista de matrículas!”  Pero fuera de eso fue muy profesional, y nos distribuyó y estaba en todo.
 
  También oí a otro oficial, que le comentó a otro "Este loco de mierda va a poner a estos chicos en combate" refiriéndose al coronel. Esto no me lo olvido más. Ese oficial estaba con la cabeza clara y realmente preocupado. Nosotros no teníamos baz
ookas; lo más eran morteros. "No hay defensa posible" decía. Me pareció increíble oír eso. Yo los escuché porque iba fuera de formación como encargado de sección.
 
  Otra anécdota, que cuento siempre, es la de García Triviño. Estábamos  formados los cadetes de 4° y 5° año sobre la calle interior principal del Liceo. Me acuerdo que un oficial, - uno de los que tenían claras las ideas -, me dijo: "Despídase de su hermano", porque Roberto estaba en 2° año y se iba para casa. Esos oficiales estaban dolidos y preocupados.
 
  Estábamos entonces  listos, con los fusiles cargados con munición de guerra y allí Videla Balaguer hizo toda una arenga. Dijo "No vamos a defender a ningún Gobierno. Vamos a defender la Constitución. Hay un gobierno constitucional, hay un grupo subversivo y nosotros vamos a defender la Constitución. Muchos podrán caer, pero es nuestro deber, nuestra misión."
 
  Y luego ordenó: "Cadetes extranjeros, salir de formación". Y salieron los cinco o seis cadetes becados extranjeros, entre ellos García Triviño. Y entonces éste dijo, con su entonación peculiar: "¡Permiso mi Coronel! Nosotros con nuestros compañeros estudiamos juntos, comemos juntos, dormimos juntos, y si hay que combatir, vamos a combatir juntos." Videla Balaguer entonces ordenó:  "Cadetes extranjeros: Volver a formar".
 
  Así que García Triviño volvió a las filas voluntariamente, y los demás también volvieron, no sabemos si voluntaria o involuntariamente... porque ninguno de ellos dijo nada.
 
  Una cosa positiva es que con toda esa sensación, el miedo, el susto, la improvisación, no hubo ningún accidente, pese a que estábamos con todas las armas cargadas. Sólo un tiro se le escapó del fusil ametrallador a Graciano de 5° año (pero por suerte estaba apuntado contra una pared. ) Estábamos por lo menos bien instruídos.
 
  Durante el día pasaron un montón de cosas, pero también me pasó algo en la noche, lo que constituye la anécdota personal que quiero contar ahora.
 
  Mi sección dormía en el dormitorio de arriba, el que estaba al lado del tanque de agua. En esa época, durante la noche había serenos civiles, pero esa noche se dispuso que hubiese imaginarias armados, no recuerdo si con pistola o con el fusil. Esa noche dormimos con los fusiles debajo de la cama. El caso es que se hicieron turnos de dos horas y por orden de antigüedad. Así que el primer turno de 22 a 24 hs le tocó a Moll, y a mí el de 02 a 04 hs.
 
  Al terminar la imaginaria había que presentarse en la guardia de prevención que estaba donde está el puesto 1, sobre la calle San Lorenzo, para dar el parte de las novedades que hubiera. Así que a las 4 de la mañana me dirigí a la guardia, que ese día estaba reforzada, al punto que había dos oficiales de servicio, que eran Terraf y Avalle, dos de los que durante el día se habían comportado como verdaderos militares profesionales. Hacía bastante frío. La guardia tenía una puerta y una ventana.  A través de ella pude ver a los dos oficiales, con los cascos puestos, inclinados sobre la mesa, estudiando atentamente un gran papel que había sobre ella. Yo supuse que sería el mapa de la zona del Liceo. 
 
  Entonces, reglamentariamente, grité ¡Parte para el Oficial de Servicio!, pero ni pelota me dieron. Los dos seguían ensimismados sobre ese papel sobre la mesa.
 
  Volví a gritar, más fuerte, ¡Parte para el Oficial de Servicio! Otra vez, ni bola.
 
  A la tercera vez, grité tan fuerte que debo haber despertado a medio Liceo: ¡PARTE PARA EL OFICIAL DE SERVICIO! y nuevamente ninguno de los dos me llevó el apunte. 
 
  Y a los tres o cuatro minutos de estar allí desconcertado, sin saber qué hacer, oí que uno de los dos decía: "A4" y el otro le respondió: "¡Agua; te cagué!". 
 
  No me lo voy a olvidar jamás. Sabían que estaba yo, no sé si lo hicieron para escandalizarme o para qué. Pero el plano no era más que una batalla naval.
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RELATO DE GIACOMAZI

  Lo que tengo que agregar a lo narrado por los compañeros es lo siguiente: ese día por la mañana una comisión de cadetes en la que yo estaba incluído, iba a trasladarse hacia Campo de Mayo, representando al Liceo Militar en una ceremonia en uno de los cuarteles allí existentes.

  A esa ceremonia iba a asistir Perón.

  Después del desayuno, los que formábamos parte de dicha comisión, retornamos a los dormitorios para vestir el uniforme de salida. Cuando estábamos esperando los pantalones que habían sido enviados a planchar a la lavandería, vimos retornar del patio escolar a todos los compañeros con la orden de ponerse ropa de fajina, pasar por la armería, y armarse con el fusil con munición de guerra. Todo el resto es ya conocido por Uds.

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   (Nota del Editor: Pienso que por poco la historia podría haber sido diferente. Si Giacomazi y los otros delegados hubiesen salido un poco antes, tal vez habrían llegado al cuartel de Campo de Mayo donde iba a estar Perón, y si los revolucionarios hubiesen llegado también hasta allí, seguramente se hubieran encontrado metidos en flor de lío.)