COMENSAL NUEVO Y RESPETUOSO Y EL COLOR “BLANCO”
Anécdota contada por Alberto Sforsini Berrondo
1948, año de ingreso al añorado e intrigante (por nueva actividad) Liceo Militar “General San Martín”...
Primer día de incorporación, recién llegados...y se acercaba la hora del almuerzo...todo nuevo...todo a descubrir, todo a experimentar... No recuerdo si ya estábamos con uniforme o si aún lucía mis “cortos”, por mi edad o contextura...Pero el hecho era que nos dirigimos “en fila” (qué reclutón...!!!), hacia el patio interior, enorme plaza embaldosada y bordeada de galerías y aulas...
Lo cierto es que antes de ingresar al patio aludido, en el lado izquierdo de su pórtico, puerta mediante, se abría un extenso espacio, lleno de mesas en forma transversal, con el “blanco” refulgir de sus manteles, que le daban al salón el aspecto de una suerte de agradable y limpia pureza... (pudo haber influido a esta sensación, – y dada la hora -, el sabroso olorcillo de rica comida), pero para ser más poéticos y espirituales, no le demos mucha importancia a esto último...
Ya estábamos allí... sentados en los bancos que flanqueban las mesas (sentados a la mesa), con comensales a quienes no conocíamos; en un ambiente que no conocíamos y tratando de conversar, conocer y aprender...
Un ir y venir de también “blancas” chaquetas que lucían los mozos en el servicio, el suave pero continuo sonido del uso de los cubiertos, el murmullo de nosotros los “aprendices” y la degustación de la nueva comida, conformaban el clima reinante...
Mi mesa, recuerdo, era la primera al entrar al salón, y yo sentado en la mitad del banco, daba espaldas a esa puerta de acceso.
Así ocurrió, que en un momento, y medio de reojo, observé a otra persona de “blanco” que conversaba brevemente con los de la punta de la mesa... y que luego se fue acercando a mi sector.
Allí logré escuchar cuando decía “¿está rica la comida ? ”... “¿como se encuentran?”...”¿necesitan algo? ”...
El que suscribe, un “comensal respetuoso”, tratando de “señor” al distinguido “chef” ( o encargado de los mozos ), se dirigió a él, solicitándole...”Por favor señor, ¿ tendría usted a bien traerme un poco de agua, pues la jarra está vacía...? “
Fue entonces, que al observar la mirada del “hombre de blanco”, advertí simultáneamente en otras personas de “blanco” que lo acompañaban (y que no las había visto), cómplices sonrisas... La mirada del “chef”, realmente no fue sonriente y al darme cuenta que ese señor no provenía del “arte culinario”...sino del “arte de la medicina”, pues era, ni más, ni menos, el “jefe del Servicio Médico” del Instituto Sr. Mayor Querol... pedí las consiguientes disculpas, que fueron aceptadas, con caballerosidad... (traspié superado).
CONCLUSIÓN
No generalices al “blanco”...también parece tener sus “matices”...!!!
EL DIA QUE VINIERON A HACER GIMNASIA LAS CHICAS DE UN COLEGIO DE SAN MARTIN.
Anécdota contada por Edgardo Carbajal
Si algún joven de hoy en día, en que las chicas van por la calle en reducidos shorts, lee esto, creerá que miento. Pero es la pura verdad.

coronel con previa en italiano.
Anécdota contada por Máximo Gorla.
Nota del editor: Para que se entienda esta anécdota, cada vez que escriba el nombre de Michelangelo Buonarroti, emplearé un simple método fonético para que se entienda. Lo escribiré como suena en español y en texto azul. Así la pronunciación correcta en italiano aparecerá como Mikelanyelo Buonaroti.
En 5° año teníamos italiano. El profesor de italiano era el Sr. Picarda. A la 2ª. o 3ª. clase ya era casi súbdito mío, porque probablemente yo que pasé toda mi infancia en Italia, sabía más italiano que él, y por eso mismo teníamos una relación casi amistosa.
Llegando fin de año, nuestro compañero Ferrante se iba directamente a marzo en italiano.
Fue por eso que todos los compañeros del aula me pidieron que hablara con el profesor y le hiciera ver que si mandaba a Ferrante a marzo no se iba a recibir de subteniente con nosotros, y que eso nos dolía mucho.
Fue así que un día lo encaré al profesor y le transmití eso: qué cómo iba a mandar a marzo a este muchacho, que así no se iba a poder recibir con nosotros por italiano.
Me contestó “pero este muchacho no sabe nada”, pero luego de insistirle me dijo que para la próxima clase le iba a tomar oral, sobre el tema “Biografía de Mikelanyelo Buonaroti” y que entonces lo haría pasar al frente y si le daba una lección más o menos normal, le iba a poner una nota que le evitara la ida a marzo directa.
Yo le agradecí y le dije, perfecto, de acuerdo.
Faltaban 4 días para ese examen. Yo me pasé esos 4 días enseñándole a Ferrante la biografía de Mikelanyelo Buonaroti. “Mikelanyelo Buonaroti nasce a Firenze nell’anno…” etc, etc. Cuatro días enteros explicándoselo y pronunciándoselo como corresponde.
Llegó el viernes del examen oral. La división en pleno estaba expectante. Entró el profesor, lo saludamos, y dijo: Bueno, hoy tenemos la Biografía de Mikelanyelo Buonaroti. Pase Ferrante…
Ferrante pasó al frente y el profesor le dijo: “Hable Ferrante…”
Y Ferrante: MiCHelanJelo BuonaRRoti…. Ahí nomás lo cortó el profesor: “SIENTESE FERRANTE”, SE VA A MARZO!”.
Creo que Ferrante es coronel con previa en italiano.
HABLANDO DE MAÑON...
Anécdota contada por Edgardo Carbajal
a
asi era nuestro compañero mañon.
Anécdota contada por José A. Molina.
voy a contar una anécdota mía con Mañón. José Mañón Galart era un compañero nuestro que había venido de la República Dominicana. Había venido becado junto con otro connacional apellidado Báez y Báez.
Mañón era un muchacho de mucho carácter para la edad que tenía. Creo que era un poco mayor al promedio de edad de todos nosotros, y además era alto y corpulento, rubio, de ojos celestes, y muy prepotente.
Comíamos en el comedor grande del Liceo y durante un tiempo me tocó sentarme en la misma mesa que él.
El tenía por costumbre tomar por asalto la fuente con comida que traía el mozo, cuando aún estaba en el aire, antes de que la apoyara sobre la mesa, y se servía impetuosamente la mitad o más de la comida para él sólo, dejando a los demás cuatro o cinco cadetes con una mínima ración.
Así estaban las cosas hasta que un día no aguanté más y le dije: “Mirá lo que estás haciendo. Nos dejás sin comer a nosotros”.
Y él me contestó: “Yo soy grande, mira el cuerpo que tengo, necesito comer más!”
Y ahí nomás, como toda respuesta, le espeté: “Lo que pasa es con vos viniste de tu país muerto de hambre”.
Afortunadamente, la mesa era bastante ancha y eso me salvó, porque Mañon se abalanzó sobre ella tratando de alcanzarme para apretarme el cogote o matarme a trompadas. Yo me salvé tirándome hacia atrás, pero se armó tal alboroto que vino un Teniente llamado Crespo y nos preguntó que había pasado.
Mañón dijo: “El cadete Molina me dijo que yo vine de mi país muerto de hambre”. Cuando oyó eso el Tte. Crespi me llevó afuera del comedor y me interrogó: “¿Ud.le dijo eso?”.
“Mi Teniente, contesté, le dije eso porque tiene la costumbre de servirse tres cuartas partes de la fuente para él sólo. Siempre hace lo mismo”.
El teniente me dijo “Pero Ud. al decirle eso lo está ofendiendo”.
“Mi Teniente, es lo que me salió en ese momento. No lo pensé.”
“Está bien, dijo. Retírese, pero en adelante no se siente más en una mesa cerca de él.” Y eso fue lo que hice.
Otro detalle de la forma de ser de Mañón: era tan prepotente que hasta a su compañero y paisano Báez y Báez lo trataba mal. Báez y Báez era físicamente todo lo contrario de Mañón: era moreno y flaquito. Dormían en camas contiguas, y por la noche se oía que Mañón le decía a Báez y Báez con su típico acento caribeño: “Escúchame tú: tu eres negro y io soy blanco, rubio y de ohos celestes, y por eso tu me debes respeto.” Así era Mañón.
Cuando se recibieron en el Liceo, se fueron de vuelta a su país. Mañón por lo menos se sabe que entró en el ejército dominicano, donde le dieron el grado de Capitán. A los 35 años ya era General. Y posteriormente, en una de las entonces frecuentes revoluciones intestinas en su país, murió, no sé si combatiendo o fusilado.
SUBVERSIVOS Y SEDICIOSOS
Anécdota contada por Carlos Gavaldá.
Estando en tercer año el Tte. 1° Garuti era nuestro Jefe de Ca. Además estaban los Ttes. 1° Ochandio, Bagnati y Vatuone.
Estábamos practicando para el gran desfile que se venía, el del Año del Libertador Gral. San Martín. Para eso marchábamos con fusil al hombro, armado no sólo con la bayoneta sino también con su vaina puesta, desde el Liceo hasta Villa Ballester, ida y vuelta.
De regreso al cuartel, desfilábamos frente al Director del Liceo, en ese entonces el Cnel. Dalmiro Félix Videla Balaguer.
Carbajal recuerda que en una de esas vueltas, medio reventados, el coronel ordenó “Cuerpo militar: Alto. Cuerpo a tierra!” Naturalmente los oficiales quedaron en sus puestos, de pié. Pero el coronel ordenó Atención! y dijo: “El Cuerpo Militar incluye a los oficiales, suboficiales y cadetes. Cuerpo militar: Cuerpo a tierra!” y vio como el Tte. 1° Ochandio se tiraba cuerpo a tierra a su lado...
Yo en cambio quiero relatar una anécdota que sucedió un día distinto, en que el desfile de regreso frente al coronel fue exitoso y mereció elogios.
Era un viernes a la tarde, y luego de eso saldríamos licenciados. Reinaba un clima de felicidad. Estábamos formados en el playón frente al dormitorio, todavía armados. Dieron la orden de cambiarse de salida.
Entonces vinieron varios compañeros y pidieron que formáramos una comisión para ir al pedirle al Jefe de Ca. que levantara los castigos, ya que el desfile había salido tan bien y al Director le había gustado.
Pareció razonable la idea, y se formó una comisión formada por siete cadetes: tres de V° año: uno de ellos era Pepino, escolta bandera y dos “antiguos”; dos de IV°, uno de los cuales era Peralta y el otro Cordero ; y los dos de III° éramos López Blanco y yo.
Inmediatamente, así como estábamos, armados, nos dirigimos al despacho del Tte. 1° Garuti. Pedimos permiso para hablar con él, y, - autorizados -, entramos.
Pepino tomó la palabra y dijo más o menos “Con todo respeto, solicitamos que en vista de lo bien que salió el desfile se levanten los castigos que haya para este fin de semana.”
Garuti no dijo absolutamente nada. Nos miró a todos, uno a uno, nos volvió a mirar, y luego de un rato dijo: ¡Numerarse!. 1, 2, 3, 4 ,5 ,6 ,7! fue la respuesta.
Dijo “Ajá!” y siempre en silencio, se dirigió hacia un armario que había en el despacho, que estaba lleno de los libritos RRM y RLM (creo que RRM era Registro de Reglamentos Militares y RLM Registro de Leyes Militares). Buscó entre los estantes, tomó uno, luego otro, hasta que encontró el que buscaba y comenzó a hojearlo. Se detuvo en una página y entonces nos leyó:
“Artículo tal y tal. Cuando siete o más hablen en nombre de los demás, se considerará subversión y les corresponderán cinco años de prisión menor, destitución, etc. etc.
Artículo siguiente: Si estuvieran armados, se considerará sedición y les corresponderán siete años de prisión mayor y calabozo, etc. etc.”
Acto seguido llamó al soldado furriel que estaba al lado en el detall y le dijo “Desarme a estos cadetes”. Así nos desarmaron, y a continuación lo llamó también a Bagnati y le dijo “Llame a Campo de Mayo para que manden un Oficial Auditor, porque vamos a iniciar un proceso y que preparen un móvil para el traslado a prisión de estos subversivos.”
Luego salió de la oficina y nosotros quedamos deshechos, mudos, ni nos atrevíamos a mirarnos.
Fue mi peor día en el Liceo, pensando que nos iba a juzgar un Tribunal Militar y que iba a terminar preso por largos años. Todo por tan sólo haber pedido respetuosamente que levantaran los castigos....y por encuadrar exactamente en el dichoso artículo del Código Militar!
La cosa es que nos dejó allí tal vez sólo unos diez minutos, pero a mí me parecieron un siglo. Yo estaba realmente desesperado. No recuerdo otra ocasión de haber tenido tanto miedo, tanto pavor!.
Al cabo de ese tiempo, Garuti volvió y dijo “Al que en 5 minutos no esté cambiado de salida lo mando a fusilar!” Y agregó: “Cadete Pepino: Se levantan los castigos”.
Nos dio una gran lección. Garuti era un tipazo. Ni hace falta decir que a los 5 minutos estábamos todos vestidos de salida.
despues de 67 años, se supo!

CUBIERTA COMPLETA!
Una anécdota contada por Juan Carlos Sicardi.
Recién ingresados. Primer o segundo almuerzo en el comedor grande. Estaban cerca mío Horny, Hood (que decía ser pariente de Robin), Cordo y varios más que no recuerdo.
De pronto Gorla levanta el mantel y se esconde bajo la mesa. Yo pregunto "que le pasa" y alguien me explica: "este chico vino hace poco de Italia y estuvo en la guerra". Lo que sucedía era que se escuchaba el motor de un avión volando sobre nosotros. Yo no había prestado atención pero él, acostumbrado a los bombardeos, había reconocido de inmediato ese ruido y buscó refugio instintivamente debajo de la mesa.
Su actitud me conmovió de tal manera que no la he podido olvidar. De pronto me
encontré recordando las imágenes aterradoras que veíamos sólo en algún noticiero, en el cine, tan lejos nosotros de los cañonazos, incendios, muertes y todas las calamidades que acompañan estos desastres y que a él le toco vivir tan de cerca.
Felizmente no debió lamentar la pérdida de ningún familiar y todos pudieron viajar a "las pampas"....... Hoy mantenemos una fluida amistad que valoro profundamente (siempre que no juguemos al truco).
MUCHACHOS RANas...
Una anécdota contada por Walter Larriva.
Anécdotas tengo como casi todos nuestros camaradas. En mi caso particular tengo varias que aún recuerdo pero no con marcada precisión. Sin duda que mas que anécdotas fueron travesuras de "muchachos ranas".
Pero en estos momentos me viene la recordación de una prueba escrita de cuarto año que había ordenado el Profe. Palanca Paladini (Física). Todos estábamos bastante preocupados, pero hubo quien lo estuvo mucho más al punto de que con gran valentía pidió que lo golpéaramos en la muñeca del brazo derecho para evitar el trance.
Luego, al no lograr satisfacer el pedido, se optó por tomar la pesada regla que había junto al pizarrón y un audaz, cerrando los ojos, le acestó tal golpe que pudo inhabilitar la mano del requirente (que no era otro que R.R.).
De tal modo, lo que había empezado con levantar la tapa del banco y dejarla caer libremente, se trasformó en una seria lesión que de todas formas no sirvió para evitar el examen, ya que igual tuvo que darlo oral.
como surgio decicam.
Otros recuerdos de Larriva.
Quizás sean más precisas las anécdotas para la sección "Fotos Post- Egreso".
La que perdura y recuerdo en forma permanente es la de la idea que surgió en los veranos de Miramar junto a los entrañables amigos Vergili, Bernardi, Romero, Castro, Funes, etc., la cual consistía en conformar alguna entidad que nos permitiera estar siempre unidos, como hasta hoy ocurre, y poder recordar nuestro paso por la Institución Liceo Militar.
Para ello nos reuníamos en la casa de Ricardo Vergili, donde también estaba presente el negro Natali, y ya con lista en mano tratábamos de contar como mínimo con más de 40 camaradas y así dar inicio a esta hermosa realidad.
De principio y con mucha seriedad, se hizo una minuciosa elección en la cual participaban todos los integrantes de la Decima y logramos una respuesta positiva de 41 amigos. Luego fuimos dándole forma a la idea y es así como surge "Decicam SA" con todos los protocolos habidos y por haber.
Luego comenzamos con el tratamiento económico-financiero, emitiéndose títulos que eran adquiridos por los asociados en distintos valores y así con el aporte de todos y aumento de los socios llegamos a BRASIL 407 Piso 1° donde, con la excelente colaboración del querido "Tano Chinalli", pudimos adaptar la vivienda a nuestras necesidades. No recuerdo exactamente si el pobre tano cobro algún peso por su trabajo. Creo que no.
Transcurrido el tiempo, y en una Asamblea, se hizo presente un funcionario de la Inspección General de Justicia que luego preguntó con asombro qué tipo de actividad comercial o vinculada a las finanzas se realizaba a través de Decicam S.A., y al responderle que ninguna salvo algunos proyectos no concretados, más que sorprendido dicho funcionario dijo textualmente "Señores: esta modalidad indefinida debe ser sustituida por otro tipo de denominación" y así surgió la actual "Asociación Decima Promoción del Liceo Militar General San Martin" que por protocolo legal se formalizó con una donación de la originaria Decicam representada en esa oportunidad por Eduardo Vilella. Esta síntesis guarda en sí misma un sin fin de anécdotas de casi cuarenta años que seguramente todos los de la Decima guardamos en nuestros corazones.
¡SOY EL TENIENTE CRESPO!
Una anécdota contada por Guillermo Vadillo
TODOS LOS QUE USAN ANTEOJOS SON...
Anécdota recordada por Gavaldá.
Recuerdo que en una de esas asambleas, Maza llegó tarde, cuando ya todos estábamos sentados, y mirando fijamente a los de la primera fila, sentenció: "Todos los que usan anteojos son putos!" lo que provocó risas y abucheos en masa... al tiempo que Fray Luis Ferro, con rostro imperturbable, se sacaba los suyos.
CHE MARICÓN, CALLATE!
Anécdota recordada por Rodrigáñez Riccheri.
Uno de nuestros compañeros durante 2° año, algo mayor que el resto, proveniente de promociones anteriores, era Ricardo Pinti, hermano del más tarde exitoso actor Enrique.
Pinti tenía modos algo afeminados y debilidad por simularse aristócrata. Como también presumía de pertenecer a una familia adinerada, Carbajal lo dibujó en una "limousine" tan larga como los dos pizarrones, con pileta de natación en el techo, entre otros lujos, y sus compañeros , para burlarse, lo llamaban "Pinti Dutrey Pinedo Alvear Otálora Ramos Pedroso Caimán Batisacchi". Otálora y Ramos eran dos viejos empleados civiles del Liceo y los otros tres eran nombres o apodos de Preceptores.
En ese año teníamos como Profesor de Dibujo al Sr. Francisco Laperuta, que pese a ser un destacado artista plástico que había realizado las excelentes esculturas del mástil del Instituto, era de trato algo rústico. Lo apodábamos "el Albañil" pero firmaba sus obras con el distinguido Francis de Laperuta. Durante una de sus clases, por sobre sus explicaciones se escuchaba la voz amanerada de Pinti dirigiéndose a algún compañero. Suficientemente molesto el Profesor Laperuta lo amonestó en una forma actualmente inimaginable: ¡Che maricón! ¡Callate! Naturalmente Pinti reaccionó ofendidísimo y amenazó con quejarse al Director. No sé si lo hizo.
No obstante, Pinti era una buena persona, aunque poco integrado al resto de sus camaradas, probablemente por su incorporación tardía a la promoción y su mayor edad.
extraña sociedad anónima
Anécdota recordada conjuntamente por Gavaldá y Carbajal
Si no recordamos mal, esto sucedió allá por 1976 durante una asamblea realizada en la Asociación de PIlotos de Aerolíneas Argentinas, que gentilemente nos conseguía Cosentino.
Hacía poco había caído el gobierno de Isabelita,
se había establecido un gobierno militar y las incógnitas sobre el futuro de la economía eran muchas. Decicam era por entonces una sociedad anónima, y había comprado o estaba por comprar un departamento en construcción que luego fue la base monetaria que permitió la compra de la sede de Brasil.
Por consejo del querido y recordado Bernardi, que dijo que era una fija, el directorio había vendido unos valores que éste vaticinaba que iban a bajar y comprado otros que iban a subir.
Lamentablemente, el horóscopo había fallado. Los valores vendidos subieron y los comprados bajaron estrepitósamente. Y en esa asamblea, el directorio contó cómo había sido la cosa y que a causa de eso se había perdido una importante cantidad de dinero.
Y la reacción de los presentes, (que eran los accionistas perjudicados) fue un estallido de risa general!
Creemos que no debe haber en el mundo otra sociedad anónima tan extraña como ésta.
MAS sobre aquellas asambleas
Más anécdotas recordadas conjuntamente por Gavaldá y Carbajal.
En esa o en otra asamblea, Ricardo Vergili hizo una ferragosa lectura de la memoria y balance de la S.A., sumamente técnica, y al terminar preguntó si habíamos entendido.
En los asientos de las últimas filas se encontraban varios compañeros militares, presumiblemente algunos del arma de caballería.
Entonces de allí salió la voz de Rodrigáñez diciendo:
ARRRASTRARSE HASTA SU CAMA!!
Una anécdota relatada por Ricardo J. Arze.
Estábamos en 5° año. Recordarán que hacíamos guardia los fines de semana. La guardia estaba junto al puesto nº 1 por la calle San Lorenzo.
Un día que estaba de guardia haciendo de cabo de cuarto y “fuera de mi cuarto” comencé a deambular por las galerías y lugares con amplia libertad “de día sábado y domingo”, ya que no había ninguna actividad. Solamente el oficial de servicio y la guardia.
La actividad de curiosear por lugares a los que normalmente no podíamos acceder, me atrajo.
En esa época, el ala del edificio que da a la calle San Lorenzo, situado entre la guardia y el hall principal, donde estaban el cuadro de honor y dos viejas ametralladores del siglo XIX, albergaba la Sala de Profesores.
Era un sábado, de noche, y en un momento de curiosear pasé por esa sala y descubrí que la puerta estaba sin llave, así que sin más entré y estuve fisgoneando su interior. Dicha sala era amplia, alargada, provista de sillones, mesa de reuniones, biblioteca, etc. Cuando, oh!!!!! Grata sorpresa!!!! percibí entre la penumbra, sobre una mesita, un teléfono. Me pareció que me decía “Levántate y háblame!”.
Obedecí sin dudarlo, y haciendo girar con mi dedo el consabido disco logré una comunicación, no recuerdo ahora con quien.
En esa época el único sistema de comunicación con el exterior era el correo postal, el día de visita, y un teléfono monedero frente a la guardia que, - mientras uno hablaba -, los de la cola te apuraban y no se podía prolongar la charla. No era precisamente para afilar con alguna chica o hacer el novio.
Todo hubiera quedado bien si hubiese tenido la prudencia de no volver a entrar al lugar. Pero al poco tiempo conocí a una hermosa criatura, en una fiestita de 15 años a la que me invitó Jorge Flandín, y a la que traté de conquistar (confieso ahora que infructuosamente) y entonces, por las noches, los días normales, luego de la cena, cuando ya se suponía que todos estaban en sus dormitorios, reptaba silenciosamente por la galería aledaña hasta la bendita Sala de Profesores, me acomodaba detrás de un sillón, sentado en el piso, junto a la mesita del teléfono y llamaba a esa chica de la que me había “enamorado”. Hablaba mucho tiempo, calculo que por lapsos de cuartos o medias horas. Luego de finalizar, sigilosamente me dirigía a la Ca. Y me acostaba.
Así varias veces, hasta que una noche…….
Estaba yo en lo mejor de la charla telefónica, cuando oí que alguien abría la puerta de la sala y entraba tan sigilosamente como lo había hecho yo.
Me quería morir!!!!!!!! Quien sería??????? ¿Otro cadete “piola” como yo??? Si era de 5º año, bueno, compartiríamos “la ranada” pero si era de 4º o menos, estaba muerto. Pero……¿a qué venía alguien a la bendita Sala de Profesores???
Tantos años de práctica de enmascaramiento y de “cubierta contra la vista”, hicieron que como un resorte me tirara cuerpo a tierra detrás del sillón y le dije a la chica: chau, corto urgente. Ella sabía de “mi ranada”. Además, “para mi”, ante ella, era como que yo era un piola de última generación.
Por debajo de ese mueble atisbé que, para peor, lo que acababa de entrar calzaba botas y no borceguíes de cadete o zapatos civiles.
Era evidentemente un oficial. Se acercaba al teléfono lentamente. Asumí que yo no zafaba y a mil pensé que el oficial se mandaba su “agachada” también. ¿Porqué no hablaba desde el teléfono del casino de oficiales??? Picarón el ofiche, no???
El oficial, se acercó, y yo, ya vencido, “me entregué al cadalso”.
Era todo a oscuras, solamente la penumbra apenas iluminada por las luces exteriores que atravesaban las ventanas con sus cortinas de voile.
Me paré, no me dio tiempo a presentarme con la fórmula correspondiente. Solamente me dijo:
CUERPO A TIERRA, ARRASTRARSE HASTA SU CAMA!!!!!!!!!!!!!
.........
Mi cama estaba en los dormitorios que están al lado de la pileta. En planta baja, con la entrada al lado del detall, de la oficina del oficial de semana y del depósito de ropa de Otálora.
Eran como 200 metros o más. El oficial me seguía pacientemente y si aflojaba el ritmo “del arrastre” me pateaba los pies. Cuando me arrastraba sobre las baldosas de la última galería me dijo que siguiera arrastrándome por la granza, y luego por la placita de armas de nuestra compañía, también de granza.
Lamento no acordarme el nombre del oficial, era Teniente Primero. Pero le tuve y le tengo un gran aprecio. No me aplicó la tira. Fue una indisciplina importante.
EL OFICIAL FUÉ UN CABALLERO!!!
RELATO DE SU VIDA LICEANA, ENVIADO POR ALIBERTO RODRIGÁÑEZ RICCHERI
LICEO MILITAR “GRL. SAN MARTÍN”
1948- 1er. año

18/03/48 En una foto muy deteriorada, formados en un playón frente a las cuadras, nos acaban de entregar los uniformes de aula. Yo soy el que se ve primero. A la derecha está Wilmar Basconet, a la izquierda Félix Caprioli.
El nivel social de los Cadetes era variado, abundando la clase media. Había cinco compañeros de origen japonés y un numeroso grupo proveniente de familias alemanas que en lugar de religión estudiaban Moral además de cinco becados extranjeros: los dominicanos José Maañón Gallart y Ramón Antonio Báez y Báez, los paraguayos Andrés Nogués y Oscar José Filipi y el ecuatoriano Luís Washington García Treviño, que luego de algunos años en su país terminó radicándose en la Argentina. Maañón era un personaje étnicamente interesante: en blanco y negro conservaba los rasgos de algún antepasado africano, pero puesto en tecnicolor era totalmente rubio. En la mesa nos divertíamos haciéndole pedir “la jarra de jugo de orejones” para que lo dijera pronunciando las jotas como haches aspiradas. También había un italiano recién llegado al país, el Tano Máximo Gorla, que en 4to. y 5to. año hizo sufrir a más de un profesor de ese idioma.

1949- 2do. año
1950- 3er. año

El Cap. Enzo Renato Garuti, Jefe de la Compañía, me entrega el couteau. Detrás mío, al medio, Manfred Lützeler luciendo sus dos estrella por los 1ros. Promedios en Estudio en 1ro. y 2do. año
Con Ricardo Arze, en uniforme de instrucción y con nuestros fusiles

1951- 4to. año


1952- 5to. año

En el aula, aproximadamente de izquierda a derecha: de la Fuente, Pigni, Avila, Herrera, Arze, Pichel, Demarco, Paz, Sala, Merech, Flandin, Bruno, Muñoz, Ghirlanda, Di Benedetto, Vilella, Basso, yo, Grandinetti, Keen, Capano, García Bernardou, Lützeler, Salcedo, Balduzzi, Cevallos, Cosentino.





ADENDA
Después del egreso
Después del 19 de diciembre de 1952 durante varios años nos reunimos a veces a propósito de la conmemoración del egreso. La primera reunión a la que concurrí fue en el restaurante Lo Prete en 1954, yo de uniforme del Colegio Militar luciendo el “Huevo Frito”, que debe de haber causado sorpresa entre mis compañeros dado que mi actuación en el Liceo no presagiaba esos resultados.
De izquierda a derecha, de pié: Salcedo, Di Benedetto, Lützeler, Paz, Cosentino, Pichel, Liñares, Ghirlanda, Merech. Sentados: García Bernardou, yo lu-ciendo el “Huevo Frito”, Sala, Arze, Bruno, Flandin, Herrera, Basso, Pigni, Muñoz
Dos reuniones importantes en las que participé activamente fueron una en septiembre 1966 en el Regimiento de Granaderos en el que estaba destinado y a la que concurrieron el Cap.C. Naldo Miguel Dasso (Promoción 82), que llegó a General, que estaba de Oficial de Servicio y el Cnl.I.(R) Manuel Avalle, nuestro Oficial Instructor de 2do. año del Liceo y la otra en el Círculo Militar en 1972, para festejar los veinte años de egreso.
1966 Reunión en el Regimiento de Granaderos. De izquierda a derecha: Balweg, Roncati, Flandin, Troviano, López Blanco, Gavaldá, yo, Schultzen, Ceballos, Carle, Sforsini, Seifert, Vinagre.
Después de ensayar diversas formas de reuniones periódicas se terminó instituyendo la costumbre de reunirnos con más formalidad los primeros jueves de cada mes, oportunidad que frecuentemente se aprovecha para invitar a expositores o actores distinguidos, a veces incluso integrantes de la Promoción. Así por ejemplo en septiembre de 1981 expuse sobre “Situación actual de la Región Austral”.
18-X-02 Los veteranos de la 10ma. Promoción desfilando en la Plaza de Armas del Liceo. Yo soy el 3ro. de la última fila, a mi lado, Bruno
Aliberto Rodrigáñez Riccheri